Quizá cuando leas esta carta yo ya no esté, pero solo quiero que sepas que has sido y serás la mujer de mi vida. En estas semanas he echado de menos tus caricias en la espalda, tus besos, tu sonrisa al mirarme de reojo. Pero sobretodo he echado de menos tu olor, y tu voz, dicen que es lo primero que se olvida, pero yo no soy capaz de olvidar ni un ápice de ti.
¿Recuerdas donde las caracolas aúllan?
Eternamente tuyo,
J.
...
Pasaron los días y yo seguía sin saber a que se refería Jadiel, no tenía lógica alguna, las caracolas no aúllan. En nuestro poblado improvisado en el bosque empezaron a llegar informaciones del paradero de algunos supervivientes al ataque, la mayoría de mujeres no se habían atrevido a bajar a la aldea. Yo estaba segura, sabía que muy pocos habían sobrevivido a ese cruel ataque, intentaba olvidar la montaña de cabezas cubiertas por ceniza.
Semanas después llego Albert la mano derecha de mi padre, el heredero, mi hermano, llego con noticias sobre los supervivientes. Solo él podía saber que nosotras estábamos allí, había sido su idea, siempre intentaba buscar una vía de escape en caso de ataque. Él nos informó que al Rey, mi viejo padre, le había herido un traidor y le abandonó a su suerte pensando que había muerto. En ese momento mi sed de venganza fue creciendo a niveles insospechados, no me di cuenta que estaba llorando.
- Anne, pequeña... Mamá- se sorbió la nariz y empezaron a brotar lagrimas de sus ojos azul cielo- a Mamá la mataron lo ví con mis propios ojos, pero cuando fui a buscar su cuerpo había desaparecido. Se la llevaron como trofeo de guerra.
No pude contestar, no pude pensar, solo recordar las canciones de cuna que nos cantaba mamá, como le brillaba su rubia melena ondulada, como nos miraba a los ojos cuando sabía que habíamos hecho algo malo. No podía ni mirar a mi hermano, no porque fuese su culpa sino porque Albert era igual que mamá, y yo igual que papá, unos mellizos muy distintos.
- A. vi perfectamente quien mató a mamá, sé quién es el traidor, y lo siento pero debo matar a tu marido.
Semanas después llego Albert la mano derecha de mi padre, el heredero, mi hermano, llego con noticias sobre los supervivientes. Solo él podía saber que nosotras estábamos allí, había sido su idea, siempre intentaba buscar una vía de escape en caso de ataque. Él nos informó que al Rey, mi viejo padre, le había herido un traidor y le abandonó a su suerte pensando que había muerto. En ese momento mi sed de venganza fue creciendo a niveles insospechados, no me di cuenta que estaba llorando.
- Anne, pequeña... Mamá- se sorbió la nariz y empezaron a brotar lagrimas de sus ojos azul cielo- a Mamá la mataron lo ví con mis propios ojos, pero cuando fui a buscar su cuerpo había desaparecido. Se la llevaron como trofeo de guerra.
No pude contestar, no pude pensar, solo recordar las canciones de cuna que nos cantaba mamá, como le brillaba su rubia melena ondulada, como nos miraba a los ojos cuando sabía que habíamos hecho algo malo. No podía ni mirar a mi hermano, no porque fuese su culpa sino porque Albert era igual que mamá, y yo igual que papá, unos mellizos muy distintos.
- A. vi perfectamente quien mató a mamá, sé quién es el traidor, y lo siento pero debo matar a tu marido.
¿Más mellizos? xD Que obsesión jajajajaj bueno bueno... ¿matamos al marido o no ? Aquí me dejas, en ascuas xD
ResponderEliminarJajajaja sisi tengo una obsesión con los mellizos viene en mi adn jajaja
EliminarYa se verá hoy estaba muy vengativa :D
No había leído nada antes en este blog, me ha encantado ^^
ResponderEliminarun beso.
¿Jadiel el traidor? NOOOOOO, ¿por qué? ¿No podía ser otro personaje? :'(
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